martes, 9 de agosto de 2011

Camino.. ¿sin mis pies?

Era lindo, sí era un lindo día soleado, aunque de costumbre siempre esquivando el sol y buscando la sombra. Tomé el colectivo ya con un ánimo cero, no sabía porqué. Comencé a leer, pero al mismo tiempo imaginaba, miraba a la gente. Me senté al lado de una señora media baja de estatura, algo rara para mi gusto. Luego me baje en mi parada, saludé a una persona agradable cruzando algunas palabras, y fui a su casa me atendió su esposa, a mi criterio una de las mejores personas que conocí en mi corta y extensa vida. Es brillante como una rosa, aclaro que no me gustan las rimas ni lo lógico, pero sí es brillante como una ROSA, pasé a saludarla, siempre es mejor acordarse de personas que están vivas y hacerles saber que son importantes en tu vida. Luego fui a una plaza, no había mucha gente, supuse que porque era un día de semana, me senté en una de las mesas con un amigo que habíamos quedado en vernos, disfrutamos de unas risas muy lindas. Luego me acompaño a la parada de colectivo así ya regresaba a mi casa. Me subí a el. Un hombre robusto con lindo aroma se me sentó al lado, no le temí, como lo hago siempre, no era tan simpático pero en su celular tenía una imagen de La Renga... yo seguí leyendo. Cuando llegué a la terminal, me baje, casi tomo otro colectivo por equivocación, mi ánimo ya no estaba en cero, directamente no estaba. No sabía en donde me encontraba, por un momento me perdí, vivo perdida, pero esto ya no lo sentía tan normal.. A lo lejos vi una librería. Intenté cruzar la calle para ir hacia ella. Los autos rozaban sobre mi cuerpo pero al fin logré cruzar, creo que un auto se detuvo para que yo cruzara, no lo recuerdo bien. Entré a la librería, no veía a nadie y emití un cálido -hola.. a lo lejos sentí un -hola que tal, te ayudo en algo? no sabía que contestar.. en realidad me gusta ver libros cuando tengo algo de tiempo, le pregunté si tenía alguno que hablase sobre el poder de la palabra, me dirigió hacia un estante y me fue bajando libros, mientras yo le decía -este sí, este no. Dialogamos
un rato, me calló bien, era joven, estudiante de Ciencias Económicas por lo que me contaba, se la veía algo triste, pero igual no confiaba en ella, ¿porqué tendría que hacerlo? . Escogí un libro "Retórica" de Aristóteles. Me quedé viendo otros libros, mientras llamaba a mi papá para saber como estaba. En ese momento entra, al parecer, la dueña. Pelo castaño, corto, corpulenta, su mirada no me agradaba. Pagué, agradecí por su atención y salí. No se a donde. Intenté cruzar la calle y no pude, seguí caminando en dirección recta hasta lograr cruzar. Pasé una plaza, pero esta no era como la de unas horas anteriores, esta estaba poblada en chicos con uniformes enloquecidos, reconozco que verdaderamente me saturaron. Caminé más rápido, saqué el libro del bolso y comencé a leer, tuve suerte. Nadie me vio. Nadie vio cuando me llevé por delante ese poste. A unos metros aparecieron las primeras personas, pero yo no logré saber donde estaba. A mis pies no los manejaba yo, no se quien, no era yo. Estaba totalmente ida, la gente me parecía un estorbo, siempre lo fueron para mi, pero esta vez tenía ganas de gritarles en la cara, y no me salía la voz. Mis pies no se a donde me llevaban. Terminé mirando un camino cerrado y oscuro.
Giré observe. Estaba , finalmente,volviendo. Pero no del todo. Por momentos me dí cuenta de que ese lugar era aquel al que le tenía tanto miedo, aquel donde me refugiaba como niña caprichosa escapando de mi casa, aquel donde continuaba yendo cada vez que me sentía triste, pero al que nunca lograba terminar el trayecto, siempre un gran perro me asustaba.
Nunca logré llegar al final del camino angosto y oscuro. Sabía que debía volver a mi casa. Pero no sé si quería. Me introduje en aquel camino. Comencé a caminar rápido, llegando casi a la mitad mis pasos se desaceleraron. El perro comenzó a ladrar. Mis ojos se cerraron sin que yo les dijera algo. Cuando los abrí el perro ya no estaba frente a mí. Pero su ladrido.. su ladrido lo sentía. Era furioso, sí.. un ladrido furioso. El perro estaba detrás de mí. Ese hombre perverso, violador y malvado, corría sin rumbo escapando de lo que me había echo. Mi mente y yo comenzamos a entender algunas cosas. ¿Es posible que introduciéndome en ese camino oscuro invisible haya muerto? Si lo es. De echo así fue. Una muerte ya anunciada. Tal vez mi mente fue más curiosa de lo normal.Tal vez no es bueno jugar.

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