domingo, 13 de junio de 2010

como un árbol





Algunas vidas se parecen a la de un árbol... (eso creo). De los de hoja caduca...
No se de que familia, pero... robusto, de tronco ancho , con no demasiadas ramas, pero frondoso cuando es llegado el tiempo de dar su sombra al caminante que sobre él reposa y busca cobijo.

En tiempo de tormentas, nos protege de la lluvia, aunque él se empape. Y sus hojas se lavan, resistentes, mejorando su imagen.
En los otoños melancólicos, esas hojas, color de crepúsculo, se desprenden y vuelan, como queriéndose marchar hacia otra parte,. Se arremolinan, y adoptan varias formas cambiantes entre la suave brisa, hasta que finalmente, se detienen caen.

Forman así una alfombra mullida en bosques y paseos, crujiente al paso del silencio de quien sobre ellas viene a posarse.

Pero el tronco resiste, quieto, constante, con los brazos siempre abiertos y extendidos ofreciendo su abrazo a quien quiera abrazarle. Silente

Desde su silencio, deja que silbe el viento entre sus ramas grandes, o entre el follaje emita un suave murmullo, y que nos hable.

En ocasiones, debe soportar alguna agresión leve e irresponsable de alguien que deja grabado algún mensaje sobre su corteza, marcándole para siempre en esa parte que , externa, puede mostrarse. Pero solo marca lo superficial. El núcleo, el centro, queda indemne.

Ese árbol que quieto, parece recordarme etapas de una vida, hoy me trae mis recuerdos, de aquella tarde en que yo misma planté dos de ellos con no pocos esfuerzos, en unos huecos que había dispuesto, tras cerciorarme de que era un sitio bueno para que se desarrollasen adecuadamente, es decir manteniendo la proporción entre raíces y copa.

Pero al árbol no le importan demasiado los rigores de fríos otoñales o de invierno, porque el árbol renacerá de nuevo en primavera, y nos regalara los brotes y retoños de los que poco a poco se ira revistiendo formando un vestido ágil, que vuela con el viento ofreciendo ilusiones de una vida nueva, pues no hay dos hojas que por mas parecidas sean iguales.

Tan solo hay una cosa que nunca cambia en la vida del árbol. Su entrega

....aún cuando llegue el día, y sea ya el momento de que se le aproxime la herramienta apropiada que a fin lo tale
aún cuando alguien desmenuce su tronco y lo convierta en astillas,


Aún entonces, sus profundas raíces permanecerán aferradas a esa tierra de la que un día brotaron, tierra en la que germinaron.

Y desde ellas, desde su fuerza, ese resto de tronco mutilado seguirá ofreciéndose gustoso como descanso y asiento de cualquier viajero que , fatigado, decida aproximársele.

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